lunes, 16 de mayo de 2011

virgo


Una imagen de Cyril Villain. Vanitas.
Un libro-catálogo. Virgo.
Entre otros, los textos de Jessica Aliaga Lavrijsen y Víctor Gomollón.
También el mío. Redención.


REDENCIÓN

Cuando alguien, el mismo que había aconsejado a quienes le juzgaban que tuviesen buenas esperanzas ante la muerte, nos dijo que no decía más, porque era la hora de partir; cuando nos dijo, de sí mismo, que había de marchar a morir, mientras que nosotros, nos dijo, habíamos de quedarnos a vivir; cuando nos preguntó si éramos nosotros, o era él quien se encaminaba hacia un estado mejor; cuando afirmó, por último, que para cualquiera de nosotros, también para él, eso era oscuro, salvo para la divinidad; cuando, finalmente, calló y nada más nos dijo… fue, entonces, cuando comprendimos que cada una de las palabras del texto se nos desvanecerían desdibujadas por entre los dedos de las manos. Y así sentimos el aliento, que era silencio, en la nuca y lo escuchamos; así rozamos con todo el cuerpo la tierra firme; así nos salvamos de la trampa que nadie había escrito para nosotros; así abrimos la puerta de nuestros sexos, abrimos los pechos y ascendimos en un carro apócrifo hasta el fondo de los mares iluminados de estrellas. Entonces, cuando los brazos, como las piernas, eran de nervio y de madera, de trazo y de susurro, de pinceladas que, también, se nos diluirían como sangre por entre los dedos de las manos. Entonces, y solamente entonces, cuando, como él había dicho, al hombre bueno no alcanza ningún daño. En el momento preciso de la redención y de la carne.

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