lunes, 7 de abril de 2014

Deambulatorio

Acaso, como el paisaje, el cuerpo sea temporal, mutable, indeterminado e impreciso. Como así lo es. Mas, sea como fuere, el cuerpo es, seguro, nuestra primera construcción, nuestra carcasa, la primera estructura que habitamos. El cuerpo es el retablo, la casa y la calle que nos albergan. Y, por supuesto, la ciudad primera de las primeras deambulaciones. El cuerpo como deambulatorio, con el recorrido impreso de la desorientación y el abandono al inconsciente. La obra, se nos ha dicho, se hace andando; ha de hacerse andando. Es necesario caminar y no ser caminado, también se nos ha dicho y repetido. Caminar y abandonarse; hacer y caminar, y hacerlo abandonándose. Hacer no siendo caminado. Y sin embargo, al caminar, al hacer, ya deshacemos, ya comenzamos el proceso de la disolución: la de la obra y la propia. Como también la disolución del cuerpo, esa carcasa, cualquiera y como quiera que sea. En nosotros está implícita la marca de la ruina futura, el proyecto del deterioro previsible. Por entre las manos, indeterminados e imprecisos, se nos desdibuja pronto el mapa de nuestros músculos y huesos, la geografía de nuestra casa de carne y nervio, el trazado de esa ciudad de sangre de nuestras venas. Cuerpo, casa y ciudad se nos diluyen a cada paso. Ya depurará el tiempo el anuncio de ruina de nuestra fábrica, la marca del daño, la herida sobre la tierra al alzar el retablo. Ya lo hará, ya, sin duda. Tiempo y cuerpo, sí, porque temporal y mutable es el cuerpo. Y, entretanto, quedarán en el cuerpo el rastro y la traza del deambular. El cuerpo, sí, nuestro primer deambulatorio. Lo es, lo sabemos, y así os lo digo y lo repito. Porque el deambulatorio, como lugar, no es sino el testimonio de ese hacer-deshaciendo, el territorio incierto de ese hacer-deshaciendo el propio cuerpo. Aquí, en lo que ahora hago y os muestro, han de quedar pues las huellas de ese deambular; o al menos algunas de ellas. Y todo ello pese a que, como nos dice el poeta, “todo se pudre tarde o temprano al exponerse, todo, aunque en la putrefacción haya fermentación”. Todo. Aquí, ahora y siempre en adelante.